El problema económico es básicamente un problema físico. Las economías humanas pueden ser estructuras disipativas no muy diferentes de las biológicas: plantas, animales, ecosistemas. Necesitan un aporte constante de energía.

A medida que la economía crece necesita cantidades crecientes de energía para funcionar. Por eso los negocios y los estados necesitan crecer para gestionar estas megaestructuras. Esto implica jerarquías cada vez más potentes y necesidades crecientes de financiación por el efecto de la acumulación de intereses y deuda.

Dichas necesidades de financiación deben atenderse con deuda o programas de acciones. Y en el caso límite cuando el crecimiento económico no es suficiente para respaldar dichas necesidades la deuda se induce mediante burbujas y guerras. Sin esta financiación el sistema entero se hace cada vez más susceptible de colapsar.

Con los negocios ocurre algo parecido a menor escala. Un negocio convierte el caos en orden y se mantiene en crecimiento y evolución constantes, absorbe energía e información del entorno, crea estructura por el camino (activos, información, etc.) y genera valor para sus participantes (clientes, empleados, etc).

Cuando las circunstancias son las óptimas (economías DE RED) el negocio crece de forma espontánea. De hecho crece hasta ocupar todo su ecosistema y quedar en homeostasis. Es el caso de Amazon o Ali Baba en sus correspondientes mercados.

Las corporaciones y los estados ocupando en régimen de monopolio u oligopolio la economía es un resultado inevitable del actual sistema y la principal causa de desigualdad. La estructura extractiva en pirámide provoca la canalización de cantidades crecientes de riqueza de la economía a los miembros o entidades más ricos. Los pagos en intereses y dividendos se van concentrando en los tenedores: aquellos en las capas más altas de la pirámide.